Es injusto porque me gustan los caleidoscopios.
Creo que sería un buen regalo de esos que se dan en las tardes.
Si me gustaba era porque decía lo que pensaba de forma bonita. Me hablaba de amor sin referentes, por eso era mío a ratos -sin lugares comunes-. Yo siempre lo amaba pero nunca hasta el otro día. Lo que más me gustaba era desarmarme arriba suyo y que se perdiera entre mi pelo, solo para él. A veces nos encontrábamos en la calle, a veces sonría, a veces estábamos desnudos en la cama, pero siempre no éramos.