domingo, 3 de febrero de 2008



Hasta el vestido rojo que compro en Versach le pedía un descanso.
Era increíble ver lo desconsolada que ella estaba...sin pedir ayuda a nadie, sin contar nunca nada. Seguramente nadie noto sus ojos llorosos entre el tumulto de la gente, seguramente nadie noto su soledad, su desconsuelo, disfrazado de una sonrisa tan falsa, que nadie percataba.
No gritó de llanto (como deseaba hacerlo), se encontraba con tanta gente cercana a su alrededor que solo contuvo la pena. Quería llorar, pero sabia que no podía hacerlo delante de ellos.
No entiendo como las personas q son cercanas a ella no la pueden conocer para notar lo que sufre aveces, SOLA.
Yo desde un rincón: la miro, no me acerco, no creo que fuera preciso en ese momento. Luego, ella disimuló como de costumbre y, seguramente, esperó a estar sola, en su mundo, en su pena

Ella es feliz, eso dicen...

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