lunes, 18 de enero de 2010

Ayer me quedé dormida a las 6:15 de la mañana.
No podía dormir porque al lado mio había un cabro chico
que me pegaba patadas y combos,
también de vez en cuando se caía de la cama.
Mientras tanto, yo escribía textos en mi memoria narrativa
que pretendían ser traspasados a papel en un futuro despertar.
Cuando me dormí y desperté
para cumplir la tarea requerida en el insomnio
los textos, esos ingratos...
ya me habían abandonado.

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